VIACRUCIS

SEXTA ESTACIÓN
Jesús es flagelado y coronado de espinas

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Del Evangelio según San Marcos 15, 17-19

Los soldados le vistieron de púrpura y trenzando una corona de espinas, se la ciñeron en la cabeza. Y se pusieron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él.

Llamado de Amor y Conversión del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
Jesús es flagelado y coronado de espinas

Mi pequeña víctima, mi Corazón, Prisionero Divino, desea seguir desahogando el Amor Divino Salvífico llevado al exceso del Sacrificio por las almas. Querido hijo, antes de la condena final pronunciada por el gobernador romano y querida por el Sanedrín y la turba judía, fui brutalmente torturado.

Estas torturas, de la flagelación y de la coronación de espinas, fueron decretadas por Pilato para dar contento a las turbas movidas por el odio y el rechazo a la Verdad Divina del Verbo Encarnado.

Me llevaron al patio interior del palacio romano y en una columna de un metro fui atado y desnudado frente a los soldados romanos, la guardia del Templo y el Sanedrín.

Recibí en mi Flagelación, atado a la columna, 3000 azotes. Cada azote y cada golpe eran más doloroso que el anterior, pues la intensidad del odio iba siendo infundida, por cada golpe, en los corazones de los soldados verdugos.

Al terminar la flagelación fui retirado, arrastrado de mis Manos y mis Pies, mi Cuerpo Sacrosanto recibió más escarnio cuando me arrastraron de la columna hacía el pasillo que estaba frente donde fui flagelado; y allí, me esperaba un casco de espinas que rodeó toda mi Cabeza y con sus espinas punzantes me torturó mi Sagrada Sien. Me quitaron el casco de espinas, rasgándome nuevamente para ponerme mi túnica, cuando estaba vestido con mis ropas, volvieron a colocarme el casco de espinas.

Mi Santo Rostro y mi Sagrada Cabeza, bañados en sangre, fueron presentados al pueblo judío, en esta misma plaza estaba mi Mamá Santa Dolorosa y Sufriente, ofreciéndose junto conmigo y orando por nuestros enemigos.

Pilato, pronunció el Ecce Homo, aquí el Hombre (San Juan 19, 5), y lavándose las manos, me entregó al pueblo judío para que me crucificarán, siendo expuesto como el peor malhechor.

Bajé las gradas del Pretorio Romano hacia el centro de la plaza para encontrarme con la Cruz Redentora.

Oración

Jesús, mi Divino Prisionero, atado y flagelado por amor, te amo, te adoro, te bendigo, te doy reparación y consuelo por todos.

Jesús, nuestro Rey, en Divina Voluntad te pedimos perdón por nuestra incoherencia de vida, por hacer prevalecer nuestro egoísmo. Que la violencia del corazón humano sea vencida por tu Divina Mansedumbre.

En Divina Voluntad, tomo tus sufrimientos de la Flagelación y Coronación de Espinas, y los uno a todos los sufrimientos del mundo, para que nuestro ofrecimiento sirva para traer paz y salvación al mundo.

En Divina Voluntad, Rey Coronado de Espinas, de Rostro sereno y pacífico, quiero darte por toda la humanidad el honor y la gloria y pedirte, por los Dolores Santísimos de tu flagelación y coronación de espinas, el Triunfo del Corazón Doloroso e Inmaculado de María y la venida de tu Reinado Eucarístico. Amén. Fiat.

Padre Nuestro

Ave María de los Últimos Tiempos:

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor está Contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y Bendito es el Fruto de tu Vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, Corredentora de las almas, ruega por nosotros pecadores, y derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor, de tu Doloroso e Inmaculado Corazón sobre toda la humanidad, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jaculatoria

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, perdónanos y salva al mundo. Amén.

Corazón Doloroso e Inmaculado de María, ruega por nosotros que nos refugiamos en Ti. Amén.