VIACRUCIS
PRIMERA ESTACIÓN
La Agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.
Del Evangelio según San Marcos 14, 32-36
Llegaron a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: “Siéntense aquí, mientras yo hago oración”. Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: “Mi alma está triste hasta el punto de morir, quédense aquí y velen”. Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de Él aquella hora. Y decía: “¡Abba, Padre! todo es posible para Ti, aparta de Mí esta copa, pero no sea lo que Yo quiero, sino lo que quieras Tú”.
Llamado de Amor y Conversión del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
La Agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní
Mi pequeña víctima, terminada la Cena Eucarística con la que era, perpetuamente, instituido el Sacramento de la Divina Eucaristía, habiendo sido bendecido por mi Mamá Celestial, me dirigí con los 11 apóstoles al Valle de Cedrón, muy cerca del Monte de los Olivos. Llegando al pie del monte, tomé conmigo a Pedro, Santiago y Juan. Los mismos Tres Apóstoles que vieron mi Gloria, ahora ven mi Divina Agonía Redentora.
Llegué con ellos al Huerto de Getsemaní, que significa prensa de aceite, pues allí se exprimía el olivo y daba el fruto suave del óleo, pues en este Huerto, como olivo, fue exprimido mi Sagrado Corazón, brotando la Divina Unción de mi Preciosa Sangre, de modo que, en este Dolor, todo mi Sacratísimo Cuerpo llegó a derramar mi Sangre Preciosa también en el suelo y la roca en la cual me apoyaba para sostenerme en oración.
El Dolor de mi Corazón de Cordero era infinito, todos los pecados, desde el primer pecado original hasta el último pecado del último hombre, fueron sufridos por mi Sagrado Corazón Agonizante.
Amado hijito, el Gran Aviso que vendrá a la humanidad fue vivido primero en el Huerto de Getsemaní por Mí, no porque lo merecía, porque soy Dios, sino para redimir y sufrir por ustedes y sus pecados, siendo Yo mismo el Primer Reparador del Padre Tierno y Misericordioso.
El Arcángel San Miguel se apareció para confortarme, y darme una confianza en el Amor del Padre, infinita, pues mi alma estaba experimentando todas las noches oscuras que viviría mi Iglesia y que sufrirían todas las almas. En esta soledad infinita me ofrecía constantemente al Padre Tierno y Misericordioso, para que se realizara su Divina Voluntad, y la Misión Redentora tuviera su perfecto cumplimiento.
Mi Santa Mamá, en el Cenáculo, subió a la habitación mas alta de aquel Aposento, dirigiendo su mirada al Monte de los Olivos. Acompañándome, mi Madre también agonizó conmigo. Mi víctima, en este silencio de reparación profunda del Getsemaní, consuela nuestros Dos Corazones Agonizantes.
Oración
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, dirijo mi corazón hacía el Huerto de Getsemaní, consuelo y acompaño tu Sagrado Corazón Eucarístico lleno de angustia.
Te contemplo, Redentor Mío, postrado en tierra con el rostro bañado en Sangre y tu Corazón exprimido como el olivo, dando el suave fruto del perdón.
Jesús, te amo por todos los hombres, te pido perdón por todos los pecados de la humanidad, y quiero consolar y reparar tu Sagrado Corazón Eucarístico y al Doloroso e Inmaculado Corazón de María, mi Dulce Mamá Dolorosa, en la Agonía del Huerto.
Ofrezco al Padre sus Lágrimas, sus Dolores, sus mismos Sacratísimos Corazones Agonizantes por la venida del Nuevo Reino Eucarístico. Amén. Fiat.
Padre Nuestro
Ave María de los Últimos Tiempos:
Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor está Contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y Bendito es el Fruto de tu Vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, Corredentora de las almas, ruega por nosotros pecadores, y derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor, de tu Doloroso e Inmaculado Corazón sobre toda la humanidad, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Jaculatoria
Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, perdónanos y salva al mundo. Amén.
Corazón Doloroso e Inmaculado de María, ruega por nosotros que nos refugiamos en Ti. Amén.