VIACRUCIS

DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús en la Cruz, la Madre y el Discípulo

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Del Evangelio según San Juan 19, 26-27

Jesús, viendo a su Madre y junto a Ella al discípulo a quien amaba, dice a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.  Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Llamado de Amor y Conversión del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
Jesús Crucificado, su Santísima Madre y el Discípulo Amado junto a la Cruz

Mi pequeña víctima, estando Yo traspasado por los clavos que me unían a la Cruz del Amor Salvífico, junto a mi Santa Cruz se encontraba mi Celestial Mamá sostenida por San Juan, mi amado discípulo (San Juan 19, 26-27), y en la base de la Cruz Bendita se encontraba arrodillada Santa María Magdalena, mis consoladores. El ladrón arrepentido siguió el santo ejemplo de estos primeros reparadores, y él, aún sufriendo también, se convirtió en reparador ofrendándome su arrepentimiento sincero.

Al ser levantado en la Cruz, dije: ¡Padre! perdónales, porque no saben lo que hacen, el rechazo a la verdad los ha cegado totalmente, no reciben mi Palabra y no escuchan mi Mensaje del Evangelio.

Mi Mamá Celeste, se encontraba reparando por todos y ofreciendo consuelo en su Doloroso e Inmaculado Corazón, por todas las almas de los pecadores. Mi Corazón, se unió al Corazón de mi Santa Mamá y los Dos Corazones ofrecimos, nuevamente, nuestra Alianza de Corazones al Padre Tierno y Misericordioso. Le dije a mi Santa Mamá:

En Juan, mi discípulo más pequeño, Mamá Inmaculada, te entrego a todos los hombres, como tus hijos; y en ti, Juan, entrego, a todos los hombres a Mi Mamá Virgen, como Madre de toda la creación. Mi Santa e Inmaculada Mamá es la Corredentora de la Redención, que Yo, hoy, realizo.

La oscuridad invadió tanto mi Alma, el pecado llenó mi Alma de tinieblas. Sin Yo cometer, jamás, pecado, sufrí las terribles tinieblas de un alma en desgracia de Dios, que me llegué a sentir solo, sin mi Padre y abandonado por el Espíritu Divino. Todo un Dios se abandonó a si mismo, por amor a las almas. Esta soledad fue tan profunda e infinita que Dios se sintió solo, y así, abandonado en el Altar de la Cruz, exclame: Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?

Mi Sagrado Corazón, abandonado en esa noche oscura que sufrió, donde todas las noches oscuras de las almas se acumularon en una sola oscuridad sobre mi Santa Alma, sintió sed, sed del amor del hombre, sed de sus almas, sed de almas, sed de la salvación eterna, sed que nunca es apaciguada pues no quiero que ninguno se pierda, y esta sed la sufro en cada Tabernáculo Eucarístico en el mundo.

Al sufrir todo mi suplicio de Redención ya, todas las profecías y toda la Obra de Salvación se había cumplido perfectamente en la Cruz. En la Cruz, con mi Santa Mamá, todo se cumplió y en cada Santo Sacrificio de la Misa se cumple permanentemente, por la salvación de las almas.

Al cumplir con la Divina Voluntad del Padre Tierno y Misericordioso, y al ser fiel hasta la muerte en la Cruz cumpliendo fielmente mi Misión Redentora, y entregarme sin reservas por amor a los hombres, entregué mi Alma Santísima a Dios Padre Tierno y Misericordioso; y en el Espíritu Santo y unido a la Divina Voluntad del Padre Misericordioso, ofrendé mi Vida Entera. Esta entrega de mi Espíritu al Padre Tiernísimo en cada Santo Sacrificio de la Misa, se renueva y se renovará hasta el último día en este Sacrificio Perpetuo de la Santa Eucaristía.

Oración

Jesús, te amo, te adoro, te bendigo, te reparo, te alabo, te consuelo, te amo por todos.

En Divina Voluntad, y por el Corazón Doloroso e Inmaculado de mi Santa Mamá, Jesús, desde la Cruz del Amor, diriges tu Mirada a nuestra Corredentora, y así, en medio de tu sufrimiento, te despojas del Amor Maternal y nos lo das.

Jesús, fuente de vida, concédenos adorar tu Santo Rostro, Rostro que nos guía al Padre Tierno y Misericordioso.

Unidos, tus apóstoles de estos Últimos Tiempos al Corazón Doloroso e Inmaculado de María, a la Iglesia Triunfante, Purgante y Militante, te ofrecemos en reparación y consuelo nuestra gratitud, nuestro amor, y nuestro arrepentimiento.

Adoramos, en Divina Voluntad, tu Locura, tu Locura de Amor en la Cruz y ofrecemos esta Santa Locura de tu Amor por la venida de tu Reino Eucarístico y el Triunfo del Corazón Corredentor de Nuestra Señora. Amén. Fiat.

Padre Nuestro

Ave María de los Últimos Tiempos:

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor está Contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y Bendito es el Fruto de tu Vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, Corredentora de las almas, ruega por nosotros pecadores, y derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor, de tu Doloroso e Inmaculado Corazón sobre toda la humanidad, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jaculatoria

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, perdónanos y salva al mundo Amén.

Corazón Doloroso e Inmaculado de María, ruega por nosotros que nos refugiamos en Ti. Amén.