VIACRUCIS

CUARTA ESTACIÓN
Jesús es negado por Pedro

V. Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mí, pecador.

Del Evangelio según San Marcos 14, 72 

Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: “Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”. Y rompió a llorar.

Llamado de Amor y Conversión del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús
Jesús es negado por Pedro

Querido hijo de mi Sagrado Corazón, terminado el juicio en el Sanedrín, me llevaron a los calabozos de la guardia del Templo.

Cuando salí del Sanedrín, cruzando el patio central de las casas de Anás y Caifás, observé a Pedro que estaba sentado con otras personas alrededor del fuego en el patio; le preguntaron si era nazareno y discípulo mío, él lo negó, y se retiró del rededor de la fogata hacia un lado de la puerta del Sanedrín. Igualmente, se le acercó una sirvienta de la casa del sumo sacerdote Caifás y le interrogó, y nuevamente Pedro lo negó, se apartó de la puerta y prosiguió hacía la salida de aquel sitio.

En el mismo caminar que avanzaba Pedro, avanzaba Yo. Encadenado y a empujones caí ya cerca también de la salida, y teniendo frente a Mí a Pedro, por tercera vez le dijeron que era mi discípulo, y por última vez, Pedro lo negó.

Dirigí mi mirada hacia él, Pedro me vió y se retiró debajo del arco que cruzaba la puerta para salir de aquel patio, en ese mismo instante cantó el gallo (San Mateo 26, 74) y su corazón fue estremecido grandemente. Al escuchar aquel profetizado canto de gallo, en ese momento, mi Sagrado Rostro volvió a la conciencia de Pedro y él vivió la iluminación de su alma y lloró amargamente no solo su negación, sino todos sus pecados.

Al terminar este suceso fui llevado a rastras, encadenado y empujado al calabozo que sería mi prisión esa noche, fui arrojado a aquel calabozo, encadenado de Manos y Pies, eran las 3 de la madrugada y estuve en esta prisión hasta el amanecer.

Oración

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, Prisionero Divino, te amo, te adoro, te reparo, te consuelo y te suplico, en Divina Voluntad, dame un corazón humillado que derrame lágrimas de arrepentimiento por mí y por todos.

Tomo en mí el dolor y el llanto de Pedro, a la misma vez, tomo su fe y su arrepentimiento, sabiéndome, como él, necesitado de tu Amor Misericordioso.

Hago mío el perdón que San Pedro le pidió a la Santa Mamá Dolorosa después de haberte negado, cuando la vio en aquel lugar, acompañándote.

Me arrepiento y lloro en el mismo dolor de San Pedro. Amén. Fiat.

Padre Nuestro

Ave María de los Últimos Tiempos:

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor está Contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y Bendito es el Fruto de tu Vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, Corredentora de las almas, ruega por nosotros pecadores, y derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor, de tu Doloroso e Inmaculado Corazón sobre toda la humanidad, ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Jaculatoria

Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, perdónanos y salva al mundo. Amén.

Corazón Doloroso e Inmaculado de María, ruega por nosotros que nos refugiamos en Ti. Amén.