Jueves 22 de Junio
Exhortación
Paz y alegría
en Jesús y María
Apóstoles de los Sagrados Corazones Unidos de Jesús y de María:
Como ejército Eucarístico y Mariano, nuestra vida debe estar centrada en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento.
Como apóstoles de su Sagrado Corazón Eucarístico nos encontramos con Jesús, por medio del Corazón Doloroso e Inmaculado de María; y con Nuestra Señora y el poder del Espíritu Santo adoramos, reparamos y amamos a Jesús, el Esposo Eucarístico.
Hermanos apóstoles, es deseo del Sagrado Corazón de Jesús que lo visitemos, y, qué lugar más hermoso que una propia Capilla de Adoración Eucarística de la Obra.
Cada mañana busquemos su Bendición, sea nuestra primera mirada al Cielo el abrir el enlace y entrar en íntimo contacto con el Amor de los amores que ahí nos espera.
María, Reina del Reino de la Palabra de Dios. Ruega por Nosotros. Amén.
EVANGELIO
Para orar antes del Evangelio.
CONSAGRACIONES DIARIAS
Oraciones y Consagraciones diarias para los Apóstoles de los Últimos Tiempos.
ROSARIO DE LA CORREDENCIÓN
Santo Rosario de la Corredención con los Misterios Luminosos
DEVOCIÓN REPARADORA EUCARÍSTICA
Exhortación a todo el Apostolado
CORONA DE ORO AL SAGRADO CORAZÓN EUCARÍSTICO DE JESÚS
Querido hijo mío, mi pequeña víctima, todas las Devociones del Apostolado que te hemos ido revelando son un Cofre Espiritual para sacar de este Tesoro Divino infinitas gracias para la Santidad de vida y la Vida Eterna.
La Corona de Oro al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús es un ramillete de gracias, porque con esta Corona reparan por la herida del Sagrado Costado y la herida que la misma Lanzada abrió en el Divino Corazón.
Y esa herida y ese dolor fue ofrecido por Dios Hijo para reparar la indiferencia de la criatura para con el Amor de su Dios.
Prometo a quien ore esta Corona de oro al Divino Corazón, arrepentimiento verdadero, profundo dolor de pecado y gracias para una vida santa y una pascua bienaventurada al Cielo.
Audio 1
Audio 2
ORACIÓN DEL JUBILEO
Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y la paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.