Día 1
Primera parte:
Doce días preliminares
VACIADO DEL ESPÍRITU DEL MUNDO
Examina tu conciencia, reza, practica la renuncia a tu propia voluntad; mortificación, pureza de corazón. Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el cielo, verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.
La primera parte de la preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu del mundo, que es contrario al espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo consiste, en esencia, en la negación del dominio supremo de Dios, negación que se manifiesta en la práctica del pecado y la desobediencia; por tanto, es totalmente opuesto al espíritu de Jesucristo, que es también el de María.
Esto se manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la concupiscencia de los ojos y por el orgullo como norma de vida, así como por la desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus obras son el pecado en todas sus formas; en consecuencia, todo aquello por lo cual el demonio nos lleva al pecado; obras que conducen al error y oscuridad de la mente, y seducción y corrupción de la voluntad. Sus pompas son el esplendor y las artimañas empleadas por el demonio para hacer que el pecado sea deleitoso en las personas, sitios y cosas.
Texto para meditar: Mt, 5: 1-19
Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo sentado, se le acercaron los discípulos; y abriendo Él su boca, les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros.
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Para nada aprovecha ya, sino para tirarla y que la pisen los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse ciudad asentada sobre un monte, ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a cuantos hay en la casa. Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.
No penséis que he venido a abrogar la Ley o a los Profetas; no he venido a abrogarla, sino a consumarla. Porque en verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que falte una jota o una tilde de la Ley hasta que todo se cumpla. Si, pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los hombres, será tenido por el menor en el reino de los cielos; pero el que practicare y enseñare, éste será tenido por grande en el reino de los cielos.
Oraciones Diarias
(Día 1-12)
VENI, CREATOR SPIRITUS
Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de tus siervos, llena de la gracia de lo alto los pechos que Tú creaste.
Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, amor, y unción espiritual.
Tú septiforme en el don, dedo de la paterna diestra, Tú, auténtica promesa del Padre, que enriqueces las lenguas con palabras.
Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los corazones, corroborando con vigor constante la fragilidad de nuestro cuerpo.
Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente la paz, yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal.
Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos también al Hijo y por ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo.
A Dios Padre sea la gloria y al Hijo, que entre los muertos resucitó, y al Paráclito por los siglos de los siglos. Amén.
AVE MARIS STELLA
Salve, Estrella del mar, Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo.
Pues recibiste aquel Ave de labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.
Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras plegarias el que, nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.
Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, seamos suaves y castos.
Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.
Gloria sea a Dios Padre, a Cristo altísimo y al Espíritu Santo: a los tres un solo honor. Amén.
MAGNIFICAT
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí y su nombre es santo.
Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación sobre los que le temen.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia como la había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia para siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.