Consagración a Jesús a través de María
Consagración a la Santísima Virgen María
Preparemonos para iniciar la gran Consagración a la Santísima Virgen María. Para ello usaremos el método de Consagración a María que San Luis María de Montfort enseña en él:
Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
Historia del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen
El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen es, sin duda, la más excelente obra de San Luis María de Montfort. Se estima que pudo ser escrita en torno al 1712 y, años después, permaneció sepultada en el silencio de un cofre escondido en una casita de campo cercana a la capilla de San Miguel, en San Lorenzo. Fue este escondite el que protegió esta obra maestra de las embestidas de la Revolución.
Al finalizar ésta, el Tratado fue llevado a la biblioteca de la Compañía de María, donde permaneció olvidado hasta 1842, comenzando a partir de entonces su divulgación.
Este método da origen a la llamada “esclavitud mariana”, o sea que nos vayamos haciendo esclavos de María de la misma forma que Ella lo fue del Señor. (San Lucas 1, 38)
¿Qué significa consagrarse?
Información básica
Según San Luis de Montfort, nuestra Madre es aquel lugar donde habita el Señor en toda su plenitud. La sencillez con la cual Dios Padre pensó a María es tan misteriosa que no somos dignos de comprenderla, pero podemos dejarnos llevar por Ella.
o Dejar que Ella te lleve
Consagrarse a María significa ponernos en sus manos sin condiciones, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir tranquilos en sus brazos de Madre. La consagración nuestra a Jesucristo por las manos de María, es un acto personal de amor. Es una perfecta renovación de la Promesas Bautismales.
San Luis Ma. Grignon de Monfort decía: “ No será entendida igualmente por todo el mundo. Algunos se pararán en lo que es exterior a ella, y no adelantarán más, y esos serán la mayoría. Otros, en número reducido, entrarán en su espíritu interior; pero sólo subirán un escalón. ¿Quién subirá el segundo escalón?¿Quién llegará hasta el tercero?…” ( de la Verdadera Devoción a María)
o Conocer el Corazón de Cristo
Consagrarse a María significa vivir permanentemente en su Doloroso e Inmaculado Corazón en el interior del Divino Corazón Eucarístico de Cristo. Ella es el Sagrario perfecto donde reside el Señor.
o Unión total con María
Consagrarse es vivir en total unión con la Madre, de modo que Jesús viva en cada uno de nosotros por medio de Ella. ¿Quién conoce mejor al Hijo que su propia Madre?
o Vivir por Él a través de Ella
Consagrarse a María es, en definitiva, obrar siempre por María, con María y para María. Es ser su esclavo y soldado. Es levantarte y ponerte al servicio de lo que Ella te ordene.
En caso de que tengas alguna duda, te recomendamos encarecidamente que preguntes a una persona formada en términos marianos; ya sea tu sacerdote, director espiritual o un consagrado. La consagración es un compromiso importante que adquieres con la Madre.
Pasos para Consagrarse al Corazón Doloroso e Inmaculado de la Madre Santísima
• Paso 1: Descubrir qué significa consagrarte
Si no lo has hecho ya, es importante leer y meditar el Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen o bien El Secreto de María, ambos libros de San Luis María, donde podrás entender con mayor claridad lo que significa consagrarte a la Madre Santísima.
• Paso 2: Elegir una fecha para consagrarte
El día de tu Consagración debe caer en una festividad mariana. Hemos sido indicados que nos consagraremos el jueves 25 de marzo, en que celebramos la Anunciación del Señor y al Alianza de los Dos Corazones.
• Paso 3: Prepararse durante 33 días
La preparación comenzará el domingo 21 de febrero y durará 33 días. Durante 33 días iremos enviando textos WhatsApp, pdf, y publicando los contenidos indicados para cada día. La preparación no puede tener interrupciones, en caso contrario, la consagración quedaría anulada. Fijar un momento al día para meditar los textos y rezar las oraciones.
• Paso 4: Tu consagración
Finalmente, el día 34, que es el jueves 25 de marzo, nos consagraremos a la Santa Madre, donde deberás visitar una parroquia, confesar, comulgar y leer delante de la Madre la fórmula de Consagración de nuestras vidas a Jesucristo, que recibirás a tiempo. Puedes invitar a los seres queridos para que puedan presenciar tu entrega total a la Virgen Santísima.
¿Es necesario repetir la Consagración?
Pablo VI, en la exhortación apostólica “Signum Magnum” de 13 de mayo de 1967 decía:
“exhortamos a todos los hijos de la Iglesia a que renueven personalmente la propia consagración al Corazón Inmaculado de la Madre de la Iglesia, y a que vivan este nobilísimo acto de culto con una vida cada vez más conforme a la Divina Voluntad, con espíritu de filial servicio y de devota imitación de su celestial Reina”.
Entonces, queridos apóstoles de los Sagrados Corazones Unidos, quedan invitados a iniciar su preparación. Pidamos al Casto y Amante Corazón de San José que nos acompañe en este caminar, para que de su mano y ejemplo podamos concretar nuestro objetivo: entregarnos enteros a María para que su Llama de Amor nos eleve a los Aposentos de su Divino Hijo, nuestro Señor.
EL ARMA DE SAN JUAN PABLO II, LA CONSAGRACIÓN MARIANA
Todos sabemos que el crecimiento espiritual no es cosa fácil, es por eso que San Juan Pablo II por su gran Amor a la Madre Santísima nos invita a todos que nos consagremos a su Doloroso e Inmaculado Corazón.
El Papa Pío IX dijo que la devoción de San Luis María Grignon de Montfort, a María, es la mejor y la más aceptable. El Papa Pío X promulgó que quien rezara la fórmula de la consagración Mariana de San Luis María recibiría indulgencia plenaria en perpetuidad.
Él mismo experimentó la eficacia de esta devoción y por ello la promovió con tanta decisión en la Encíclica Mariana Ad Diem Illum donde dice que “no hay camino más seguro y más fácil como María para unir a todos los hombres con Cristo”. Y el promotor principal ha sido el Papa Juan Pablo II que declaró que la lectura del “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen” fue decisiva en su vida y tomó como lema papal una expresión que aparece en el texto breve de la consagración Mariana de San Luis María Grignon de Montfort:
Totus tuus ego sum et omnia mea tua sunt.
Accipio te in mea omnia.
¡Praebe mihi cor tuum Maria!
Soy todo tuyo y todo lo mío es tuyo.
Te recibo como mi todo.
¡Dame tu corazón, oh María!
Todo tuyo.
¿En qué consiste la consagración Mariana?
Es la total consagración a Jesús a través de la Santísima Virgen María. Consiste en un acto libre y voluntario donde ofreces toda tu persona y tu vida, y te entregas todo entero, en cuerpo y alma, a la Madre de Jesús y Madre nuestra para que a través de ella el Espíritu Santo nos transforme conforme a la imagen de Jesús.
La misión que Jesús le dio a María:
Jesús nos dio a su madre como nuestra madre espiritual para que Ella nos conciba a la vida cristiana por obra del Espíritu Santo, nos alimente, nos cuide y nos lleve a la plenitud de Cristo.
Cuando Jesús miró por última vez a su Madre antes de morir le dijo: “Mujer aquí tienes a tu hijo. Aquí tienes a tu Madre” (Jn 19, 26-27). ¿Qué quiso decirle Jesús a María? Fórmalos como me formaste a mí.
¿Qué quiso decirle a Juan? (él nos representaba a todos nosotros)
Descansa en su regazo, confíate a sus manos maternales: Ella te va a santificar por el poder Espíritu Santo, Ella se encargará de modelarte y transformarte conforme a mi imagen.
San Luis María enuncia en su libro “los actos de caridad que la Virgen, como la mejor de todas las madres, hace para con sus fieles servidores”: Ella los ama, los mantiene, los guía y dirige, los defiende y protege, intercede por ellos ante Dios. Y añade los frutos que esta devoción produce en el alma: alcanza luz del Espíritu Santo para crecer en humildad y conocimiento personal, la Sma. Virgen concederá parte de su fe, apartará del alma los escrúpulos y ensanchará y abrirá el corazón para correr “por el camino de los Mandamientos de su Hijo” con gran libertad interior, los llenará de una gran confianza en Dios y en Ella misma, “el alma de la Sma. Virgen María se os comunicará para glorificar al Señor” y “Ella dará su fruto a su tiempo y este fruto suyo es Jesucristo”.
Pertenecer a María.
Por eso, cuando María nos ve a cada uno de nosotros, sus hijos, nos mira con amor, anhelando el momento en que libremente le digamos: Madre, soy todo tuyo, te pertenezco, fórmame como lo hiciste con Jesús, protégeme del Maligno, llévame al Paraíso. Si Dios Omnipotente confió incondicionalmente en la Virgen María y puso a su Hijo Unigénito en sus brazos maternales, ¿cómo no vamos a hacerlo nosotros?
Cuando le demos todo a María, Ella se hará cargo de nosotros y de nuestros seres queridos.
Cuando estemos como ciegos en las horas oscuras, María escuchará nuestro grito desesperado: “Señor, que vea” (Mc 10,51) y se encargará de decirle a Jesús: “Mira, no tienen vino” (Jn 2,3) y encontraremos una y otra vez la salida de las tinieblas para entrar en su luz maravillosa (cfr. 1 P 2,9). A la hora del sufrimiento y de la cruz, María estará allí, de pie a nuestro lado, abrazándonos con ternura. (Jn 19,25)
En las decisiones importantes, María nos mostrará el Camino, la Luz, la Verdad, la Vida. Ella será la dulce y firme Pastora que nos conduzca por el buen Camino (Cfr. Jn 14,6). María nos lleva siempre por el mejor camino a Jesús. En la vida cotidiana, María será nuestra educadora, la que nos forme en las virtudes cristianas.
María, nuestra maestra de oración
María será nuestra maestra de oración. Nos conducirá siempre al Sagrario y nos mostrará el costado traspasado de su Hijo, nos enseñará a entrar en la intimidad de su Corazón traspasado. Es un maravilloso intercambio: le damos nuestro corazón a María y Ella nos da su Corazón Inmaculado. A María le gusta compartir, cuando le demos nuestro corazón con absoluto abandono, Ella nos abrirá la intimidad del suyo, conoceremos cómo es su amor a Jesús, cómo gusta su Palabra, cómo contempla los misterios de su Hijo.
Sentiremos como Ella siente, amaremos como Ella ama, dejaremos que Jesús encuentre consuelo y descanso en nosotros como lo encuentra en Ella.
A la hora de nuestra muerte, María será la que nos abra la puerta del hogar definitivo, nos abrace y nos lleve a la presencia del Padre para entrar en su intimidad y permanecer allí para siempre. Nuevamente los invitamos a leer el libro “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, quiera Dios que su experiencia sea como la del Papa Juan Pablo II, cuya fórmula de consagración Mariana les comparto ahora:
SOY TODO TUYO MARIA
Virgen María, Madre mía
Me consagro a ti y confío en tus manos
Toda mi existencia.
Acepta mi pasado con todo lo que fue.
Acepta mi presente con todo lo que es.
Acepta mi futuro con todo lo que será.
Con esta total consagración
Te confío cuanto tengo y cuanto soy,
Todo lo que he recibido de Dios.
Te confío mi inteligencia,
Mi voluntad, mi corazón.
Deposito en tus manos mi libertad;
Mis ansias y mis temores;
Mis esperanzas y mis deseos;
Mis tristezas y mis alegrías.
Custodia mi vida y todos mis actos
Para que le sea más fiel al Señor
Y con tu ayuda alcance la salvación.
Te confío ¡Oh María! Mi cuerpo y mis sentidos
Para que se conserven puros
Y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma
Para que Tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad
Igual a la tuya:
Hazme conforme a Cristo,
Ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo
Y el ardor de mi juventud,
Para que Tú me ayudes a no envejecer en la fe.
Te confío mi capacidad y deseo de amar,
Enséñame y ayúdame a amar
Como Tú has amado y como Jesús quiere que se ame.
Te confío mi incertidumbres y angustias,
Para que en tu corazón yo encuentre
Seguridad, sostén y luz,
En cada instante de mi vida.
Con esta consagración
Me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios
Que esta elección comporta,
Y te prometo, con la gracia de Dios
Y con tu ayuda,
Ser fiel al compromiso asumido.
Oh María, soberana de mi vida
Y de mi conducta
Dispón de mí y de todo lo que me pertenece,
Para que camine siempre junto al Señor
Bajo tu mirada de Madre.
¡Oh María!
Soy todo tuyo
Y todo lo que poseo te pertenece
Ahora y siempre.
AMEN.
La consagración se Divide en Cuatro Partes
Final: Consagración.
Día 8 de abril
La Anunciación de Nuestro Señor y Día de la Alianza de los Dos Corazones.